EL LIDERAZGO DEL ESTADO JUDÍO ARRASTRA A SUS CIUDADANOS A CONVIVIR EN UN ETERNO CHARCO DE SANGRE

Seria de mucha conveniencia que quienes asumen la función de líderes políticos de un estado, en su eterna dedicación a resolver conflictos, aprendan de la permanente confrontación de la medicina frente a dolencias no resueltas.

Síntomas y signos son evidencias de un problema. Atacarlos exitosamente muy bien puede acarrear un alivio, generalmente no más que temporal. Si no se detecta el factor que genera la dolencia, el sufrir retorna una y otra vez. El desafío de un investigador frente a un padecimiento es, justamente, detectar el factor generador y sopesar el uso del medio más apropiado y eficaz para desactivarlo definitivamente. Haciendo un paralelismo, los estratos gobernantes también deberían adoptar esta vía como la más apropiada en la adopción de sus estrategias y políticas frente a conflictos, aunque no siempre es la más simple, rápida, y, sobre todo, menos costosa en sus muchos términos.



EL PRECEDENTE DE ÁRABES ISRAELÍES  

Desde el 15 de mayo de 1948, el día en que Israel logra su independencia, hasta estos mismos días, la población palestina que permaneció dentro de sus límites reconocidos internacionalmente (también denominada árabes israelíes), representa un promedio del 20% del total nacional. Desde el inicio, el gobierno israelí otorgó a este componente demográfico el carácter de ciudadanos plenos.

Aquí se debe mencionar dos salvedades. Hasta el año 1967 la población árabe israelí vivió en Israel bajo un régimen de gobierno militar con ciertas limitaciones. En 1967 se abolió este régimen sin la existencia de ninguna otra limitación legal. Aun así, no se puede pasar por alto una situación de discriminación relativa de este componente de la población israelí (no de apartheid como así lo impone Israel hacia palestinos en ciertas zonas de Cisjordania). Esta discriminación se expresa, por ejemplo, en leyes igualitarias para todos, pero con políticas de preferencias de asignaciones presupuestarias, inversiones en aldeas árabes y empleos en ciertos sectores “claves”, etc., y no en promulgación, a priori, de leyes diferentes según pertenencia étnica, como es el caso de Cisjordania.

Con toda esta problemática, hoy, tras 77 años de independencia, se puede afirmar que la decisión de otorgar ciudadanía plena a esa población palestina permitió la existencia de un proceso relativamente satisfactorio en la integración de este componente demográfico en la sociedad israelí. La mejor demostración: en la última guerra se descubrieron varias decenas de israelíes que en función de espías a favor de Irán. Prácticamente no hubo árabes israelíes involucrados, si muchos judíos.   

1967 Y LA GRAN ISRAEL

En junio de 1967, como consecuencia de la Guerra de los 6 días, Israel conquistó los territorios de Cisjordania y Gaza, adjudicándoles la categoría de "territorios en disputa" de acuerdo a normas internacionales. Según este ordenamiento, Israel debería "administrar" y "brindar las mejores condiciones posibles" a la continuidad de la vida cotidiana de los pobladores de esos territorios. Sin embargo, de un principio, y según aspiraciones históricas de la Gran Israel, Israel asume la posición y conducta de quien dispone de soberanía "de facto", pese a divulgar a los 4 vientos que carece de soberanía "de jure", aunque la aspira.

No es este el lugar para la discusión sobre las transgresiones a normas del derecho internacional que Israel comete y cometió según resoluciones de la Corte Internacional de Justicia en esos territorios que todo el mundo los destina a Palestina (valla de separación en territorios palestinos, colonización judía e imposición de un orden apartheid, etc.). De facto, Israel los anexó a Israel imponiendo un dominio militar y sin derechos civiles básicos a la población palestina de la región, que ahora, junto con los árabes israelíes, representan nada menos que la mitad de toda la población del Israel del río al mar. Los acuerdos de Oslo de 1994 permitieron unos pocos grados más de libertad a los residentes de esos territorios, pero sin modificar la situación básica de la carencia de plenos derechos civiles y autodeterminación, como es la aspiración de todo pueblo.

El resultado está a la vista. Casi 60 años de enfrentamientos y derramamiento ininterrumpido de sangre, con un permanente crecimiento a nivel mundial del apoyo a la causa de autodeterminación de los palestinos, pese a que recurren al terror como medio de promover su causa. El sangriento y cruel ataque de Hamas a poblaciones civiles israelíes del 7 de octubre de 2023 es el mejor ejemplo. Tras dos años, hoy el apoyo a la causa palestina de independencia y autodeterminación, en contra de la posición de Israel, abarca prácticamente a todo el mundo.

EL GRAN ERROR ESTRATÉGICO

Tras fallidos intentos de limpieza étnica en Gaza y Cisjordania, Israel se enfrentó ante el grave dilema de decidir el futuro de los territorios conquistados. Por un lado, el extremismo expansionista israelí que demanda soberanía de jure con colonización masiva de judíos y destierro de palestinos, frente a una realidad de millones de palestinos que no se mueven del lugar, no se los puede desterrar y que aspiran a pertenencia a un estado independiente con plena ciudadanía. 

Al mejor estilo israelí, se tomó la decisión de no decidir con la esperanza que el futuro traerá la solución apropiada. El dominio militar, la masiva colonización judía de los territorios y la permanente rebelión de parte de palestinos, generó y alimentó un interminable derramamiento de sangre.

El liderazgo israelí vive en la fantasía que por la fuerza puede doblegar al terrorismo palestino para convertirlos en un pueblo sumiso, sin derechos civiles y que dice gracias porque le dan trabajos negros. Seis décadas ajusticiando líderes y terroristas palestinos que son reemplazados por otros, generalmente más efectivos que los anteriores, aplaudidos por el fundamentalismo israelí, emborrachó de la fuerza a estos líderes sin entender que todo pueblo recurrirá a todo camino posible en pos de su autodeterminación. Durante décadas el liderazgo judío se concentró en atacar y demoler los síntomas y signos sin prestar atención al factor generador de esa permanente rebelión.

Parece que el pueblo judío se olvidó que la independencia de Israel se logró, también, por el accionar de sus grupos de combatientes que no dudaron en recurrir al terror y que no se rindieron, incluso ante la pena de muerte del mandato inglés.

“Con el nombre de la liberación nacional del pueblo judío nosotros denominamos todos aquellos hechos, incluidos el uso de la fuerza y las armas, en un enfrentamiento con las leyes del dominio extranjero y en el marco de una guerra contra el mismo dominio extranjero” afirman los representantes de los grupos de combatientes judíos por la independencia pertenecientes al Etzel y Leji en un libro donde detallan una larga serie de actos terroristas criminales (“Crónica de la Guerra de Independencia”, Editorial Shelaj, Tel Aviv, 1950).             

LAS ALTERNATIVAS

El conflicto palestino israelí tiene dos factores generadores que se realimentan el uno al otro.

En primer lugar, la existencia de sectores extremistas en ambos pueblos que demandan el derecho de todo el territorio del rio al mar para su pueblo y el destierro del otro (Hamas en los palestinos y los grupos extremistas judíos allegados a Ben Gvir y Smotrich, entre los judíos).

En segundo lugar, la necesidad que los palestinos de Cisjordania y Gaza pertenezcan a un estado independiente con plenos derechos civiles. El ejemplo de los árabes israelíes es la mas clara evidencia.

Una salida posible a este interminable derramamiento mutuo de sangre demanda enfrentar a estos dos factores generadores.

En primer lugar, erradicar totalmente el inmenso poder de influencia negativa de los sectores extremistas en ambos pueblos que arriman leña al fuego del conflicto. En segundo lugar, crear el marco adecuado para materializar plenos derechos civiles a palestinos de Cisjordania y Gaza. En esta dirección hay dos alternativas: o se fija soberanía israelí total del rio al mar con plena ciudadanía israelí a palestinos de Gaza y Cisjordania, o necesariamente se adopta la salida de dos estados independientes basada en partición territorial con separación de poblaciones.

La primera impone como realidad una composición demográfica del 50% judíos y 50% palestinos, alternativa difícilmente viable. La segunda, tampoco es fácil de digerir para Israel, aunque solucionable en un marco de estricto acuerdo mutuo de seguridad

Muy probablemente, el liderazgo israelí se incline por continuar con su presente estrategia, es decir, sin cambios, lo que necesariamente tiene como resultado la experiencia de las ultimas 6 décadas: arrastrar a ciudadanos de Israel a convivir en un eterno charco de sangre.

Daniel Kupervaser

Herzlya – Israel 25-11-2025

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kupervaser.daniel@gmail.com

@KupervaserD

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