YOSSI KLEIN: “HE AQUÍ EL NUEVO JUDAÍSMO ISRAELÍ: VIOLENTO, NACIONALISTA, EGÓLATRA Y ARROGANTE”
La unión es la nueva “victoria total. Según Netanyahu,
estamos a un paso de ella. Cuando no hay más remedio, nos guiamos por
consignas. Porque, ¿qué queremos decir con "unión"? ¿Detrás de quién
nos uniremos? Está claro: detrás del gobierno, detrás de Netanyahu. ¿Por qué?
Porque no es momento de cambios, porque hay que esperar a las elecciones, etc.
Al principio de la guerra no había unión; había
solidaridad. Solidaridad es un término peligroso. Surge desde abajo, no se
impone desde arriba. Surgió de la impotencia del gobierno. La solidaridad es
"Hermanos de las Armas" en la Plaza de los Rehenes y las
manifestaciones en la calle Kaplan. La solidaridad son acciones y la unidad son
palabras. La solidaridad es de los izquierdistas y la unidad de los
"patriotas".
Después que dejó de sonar la última alarma, también desapareció
la unión imaginaria.
Ya el 8 de octubre, existía una división entre quienes
querían venganza y quienes querían el fin de la guerra. Hoy dejamos de ser
"todos hermanos" y volvimos a ser kaplanistas (por las
manifestaciones en contra del gobierno en la calle Kaplan) y bibistas (quienes
apoyan a Bibi Netanyahu). Ahora recordamos lo que queríamos olvidar: no
compartimos valores, ni objetivos, ni futuro. Solo el pasado. No habrá unión.
Tenemos que aprender a vivir con ello.
No siempre fue así. La atmósfera en un país de
inmigrantes cambia en paralelo con la identidad de estos. El Israel de 2025 no
es como el Israel de 1948. La homogeneidad de entonces no se llamaba "unión",
porque era inherente a la composición de la población. Cuando la composición
cambió, el país intentó crear un denominador común. No funcionó. Las brechas
sectarias, religiosas y culturales impidieron la conexión.
Cuando la conexión cultural no funciona, recurrimos a la
política. Israel fue declarado un estado "judío y democrático". Más
disparates. Un oxímoron. En cuanto empezamos a examinar qué era
"democrático" y qué era "judío" en el país, nos dimos
cuenta de que la combinación era imposible. Y, en efecto, el golpe de estado (hace
referencia al plan de profunda reforma institucional del presente gobierno de
Netanyahu) acabó con lo "democrático", y los judíos religiosos
nacionalistas junto a los religiosos ultra ortodoxos acabaron con lo
"judío". Se creó un nuevo judaísmo: el "judaísmo israelí".
Un judaísmo violento, nacionalista, ególatra y arrogante. No el judaísmo
tolerante y sabio que conocíamos. Explotó su fuerza numérica y se convirtió en
un factor político. Este es el judaísmo de Deri, Gafni y Smotrich, pero también
de Netanyahu, Regev y Katz. Este es un movimiento político. Sus límites
ideológicos se extienden desde el kahanismo de Ben-Gvir hasta la estupidez de
Vattori. Tiene un ala de la Torá, un ala nacionalista y un ala de los siempre
desfavorecidos. No hubo truco sucio que no usara ni plan malicioso al que no
recurriera. Tomó el control del gobierno y se impuso incluso a quienes lo
detestaban. Es el "judío" odiado en el "Estado judío y democrático".
En lo "democrático", solo la "mayoría
decide". Y la mayoría decidió que, en realidad, se identifica con el poder
y el nacionalismo. Ese judaísmo está lejos de mí. Es más propio de Irán. Las
similitudes entre Israel e Irán son escalofriantes. Irán también está gobernado
por religiosos violentos, nacionalistas y arrogantes, y además están
desarrollando armas nucleares. Además, amenazan con usarlas contra un enemigo
real o imaginario. Además, suprimen los derechos individuales. No se habla de
igualdad ante la ley. Si en el proyecto de ley de Galit Distel-Etberian para la
"imposición de la identidad judía en la esfera pública" hubieran
reemplazado la palabra "judío por "iraní-islámico", no se habría
notado la diferencia. En Irán también exigen "unión".
La exigencia de "unión" caracteriza a la
tiranía. Un pueblo, un partido, un líder. Las guerras son adoradas por los
gobiernos tiránicos, porque "nunca es el momento adecuado" para
reemplazarlas. El gobierno siempre tendrá una guerra preparada y dos en
reserva.
El judaísmo israelí garantizará una guerra eterna en los
territorios. Tras el último funeral, volveremos a la verdadera guerra, la
guerra por el poder. Lucharemos por valores, y los políticos lucharán por su
propio beneficio. Una guerra por salarios, empleos y regalos, todo en grandes
palabras que los prosélitos entienden y aman.
Mientras tanto, sin que nos demos cuenta, el principio de
recompensa y castigo ha sido abolido. Nadie pagó por la muerte negligente de 45
personas en el desastre de Meron (Acto religioso que causó esas muertes por
negligencias en 2021). ¿Pagará alguien
por la pérdida de más de 2000 personas en la negligencia del 7 de octubre?
Fuente: Haaretz, 22-10-25
Traducción: Daniel Kupervaser
https://ojalameequivoque.blogspot.com/
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
Comentarios
Publicar un comentario