YOSSI VERTER: “COMO ANTES DEL 7 DE OCTUBRE, TAMBIEN HOY NETANYAHU Y EQUIPO TRABAJAN PARA LOS ENEMIGOS, ESTA VEZ CON PLENA CONCIENCIA
Aclaración del
traductor: Para entender la
creciente aversión en el mundo hacia Israel y judíos junto al naufragio de la
sociedad israelí
Un poco más de dos años atrás, en medio de la revolución institucional,
cuando la economía se debilitó, la división interna se profundizó, los expertos
en alta tecnología, académicos y médicos emigraron, el estatus internacional se
erosionó y las advertencias de la Inteligencia y el los Servicios de Seguridad
sobre el peligro de una guerra en múltiples frentes resonaron, se planteó la
pregunta: ¿Para qué lado trabaja Benjamin Netanyahu?
Pasados eso dos años y más, esta pregunta es más
relevante que nunca. El 7 de octubre, supimos que Netanyahu y su gobierno
desquiciado sirvieron fielmente (no conscientemente, sino con negligencia
criminal) a los intereses de Hamás. Y hoy, el mismo primer ministro y los
mismos ministros siguen trabajando para el enemigo. Esta vez con plena
conciencia.
La conducta política de Israel en los últimos meses, que
lo ha convertido en un estado paria, es el resultado de una charlatanería de primer
nivel. Una turbia mezcla de negación de la realidad, quejas, arrogancia y
autocomplacencia que conduce al abismo. Es más fácil en el mundo acusar a los
líderes de Gran Bretaña y Francia de dejarse arrastrar por un parlamento de
izquierdas y una opinión pública musulmana, a diferencia del primer ministro
israelí, quien ignora por completo a su "base" de colonizadores y
nacionalistas que lo mantiene en el poder.
Pero la alienación y el odio hacia Israel frente a las
oleadas de simpatía hacia los residentes de Gaza no son exclusivos de Europa
Occidental. Incluso en gran parte de la "América de Trump", las
críticas a Israel, que en algunos casos se convierten en verdaderas
demostraciones de odio, cruzan a los partidos. Los republicanos jóvenes y
educados se expresan como sus hermanos u oponentes del bando demócrata. Este es
otro logro del gran americanista, Netanyahu. Su ministro de Asuntos Exteriores,
Gideon Sa'ar, se ha convertido en el amonestador nacional. Uno tras otro,
convoca a su despacho a los embajadores de países amigos que buscan salvar a
Israel de sí mismo y los llama al orden. Publica largos mensajes de disculpa
contra la comunidad internacional, que parecen estar dirigidos principalmente a
miembros del Likud. Es posible que, en una sala cerrada, exprese una postura
lógica y responsable que apoye detener el suicidio nacional. De ser así, su
consejo es rechazado.
En definitiva, el peor colapso político desde la creación
del Estado está ocurriendo mientras él es ministro de Asuntos Exteriores.
¿Quiénes serán los siguientes en ser reprendidos? ¿Los embajadores de Canadá?
¿Portugal? ¿Alemania y Gran Bretaña? (Los embajadores de estos dos últimos
países homenajearon en hebreo en su sepelio a Oded Lipshitz en Nir Oz). Cuán
estúpidos podemos ser.
Acaso alguien entre los líderes se detiene un momento, se
mira al espejo y se dice: ¿si Francia, ¿Gran Bretaña, Australia, Canadá y Nueva
Zelanda nos amenazan con reconocer un Estado palestino —una medida innecesaria
y ciertamente inútil—, tal vez el problema esté en nosotros? ¿O simplemente siempre
tenemos razón?, siempre nos lavamos las manos, siempre somos los más morales de
todos. ¿Hijos de Dios, como mínimo?
Ya se ha dicho todo sobre la estupidez y el amateurismo
que acompañaron el tema de la ayuda humanitaria. El ejemplo más reciente es el
tuit en inglés de Netanyahu en el que "invitaba" a los países del
mundo a unirse a Israel en el lanzamiento aéreo de ayuda; este hombre es una
sátira de sí mismo. Cada día, un ministro, con mayor o menor rango, suelta una
declaración fascista que expresa su apoyo a un crimen de guerra y se traduce a
diez idiomas en un minuto.
La crueldad mesiánica expresada por Bezalel Smotrich,
Orit Struk, Itamar Ben Gvir y Amichai Eliyahu hacia los residentes de Gaza es
comparable a la crueldad mesiánica hacia los secuestrados en la Franja y sus
familias. Las declaraciones más repugnantes siempre provienen del mismo público
nacionalista, religioso y colono. Bajo la kipá y el shabis (cobertura de pelo
de mujeres religiosas judías.DK), todo está permitido. Pero son solo el síntoma
del virus mortal que es el primer ministro.
El tamaño no determina
Un líder se pone a prueba, entre otras cosas, por su
valentía para comprender situaciones problemáticas y minimizar pérdidas.
Netanyahu es un líder. En el pasado, Netanyahu ha logrado hacer precisamente
eso en más de una ocasión. En los últimos años, la brújula se ha desviado, la
conciencia se ha borrado, un espíritu maligno se ha apoderado de él. La alianza
que forjó con los extremistas radicales y destructivos de la sociedad israelí
va mucho más allá de los intereses políticos. Lo lleva en la sangre, en el
alma. Nunca se separará de ellos. En cada coyuntura crítica (como ahora, tras
el fracaso del ultimo operativo militar en Gaza), cada giro que tome los
incluirá.
Los Smotrich, los Strokes, los Ben-Gvirim, los Elohim. A
medida que el daño aumenta —en términos de seguridad, políticos y sociales—,
Netanyahu guarda silencio y lo permite. Es como descubrir que tienes termitas
en las paredes y, en lugar de pedir que las exterminen, aumentas la humedad de
la casa para proporcionar a las plagas las condiciones favorables para su que
su actividad continúe. Bezalel Smotrich es el ejemplo más claro. Con él, el
tamaño (en las encuestas) no es determinante, y la vergüenza y la ignorancia no
influyen en nada. Cada semana lanza un proyecto diferente. Una semana
despotrica contra los eruditos religiosos sionistas de la Torá y ataca a los ultras
ortodoxos en tuits, mientras que al mismo tiempo hace todo lo posible para
allanarles el camino para que evadan eternamente su alistamiento al ejercito asignando
enormes presupuestos. Está tan interesado en preservar la coalición como el
primer ministro, porque para él también la alternativa podría ser desastrosa.
El estrechamiento de filas en la coalición se ha vuelto
automático. Cualquiera que la critique, la investiga; es un enemigo. Un octavo
frente. Sobre todo, si se trata de la fiscalía y del "gran demonio"
que la lidera. Este flagrante cambio de estrategia, en cualquier tema y en
cualquier momento, despierta sospechas que van mucho más allá de la pérdida de
vergüenza o el comportamiento mafioso. El Likud y su líder no temen dañar su
imagen. Todo vale, incluso si una gran mayoría de la opinión pública se opone,
incluyendo a la mayoría de los votantes del partido gobernante: desde la
evasión institucional y el escupitajo a soldados y reservistas, hasta la
transferencia ilimitada de fondos de la coalición, desde la prolongación de la
guerra y el derramamiento de sangre de soldados, hasta el abandono de los
secuestrados, hasta, en contraste, Milbitsky (designado Presidente de la Comisión
de finanzas del parlamento, pese a estar bajo sospecha e investigación policial
por violación de 2 mujeres).
Cuando un partido gobernante se mea en la cabeza de la
mayoría de la opinión pública, a menos de un año de la apertura de unas nuevas
elecciones, es obvio que quien lo lidera no pretende llevar a cabo una campaña
justa, en la que sus posibilidades de victoria son escasas. Esta comprensión es
generalizada. Desde su elección en noviembre de 2019, Netanyahu ha actuado
sistemáticamente, día tras día, en cada asunto, como un dictador. No hay
motivos para creer que, en la gran prueba que enfrenta, se arrepienta. Al
contrario. La perturbación y la frustración del proceso justo son su brújula.
El campo liberal debe prepararse en consecuencia.
Fuente: Haaretz, 1-8-25
Traducción: Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 1-8-2025
https://ojalameequivoque.blogspot.com/
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
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