Aclaración del Traductor: Para que judíos no digan que no sabían y mañana rompan en llanto. Esto es el gobierno
del Estado Judío.
Si se cree en el enfoque mediático,
se supone que este día terminará en un duelo frente al ocaso. De un lado estará
el Primer Ministro Netanyahu y del otro el Jefe del Estado Mayor, el General
Mayor Eyal Zamir.
Netanyahu, según todos los informes,
exigirá a las Fuerzas de Defensa de Israel la ocupación completa de la Franja
de Gaza. Eyal Zamir llegará a la reunión de gabinete armado de
contraargumentos. Detallará el precio militar, político, económico, moral y
estratégico que Israel pagará por el control de la Franja de Gaza. Los soldados
están terminados; muchos de ellos sufren daños mentales. Muchos más morirán por
fuego terrorista y en accidentes en operativos, o se quitarán la vida. Quienes
sirvan en la Gaza ocupada se verán obligados a realizar misiones de patrullaje policial
y a mantener el orden entre una población hostil.
Poco a poco, los soldados
concienzudos abandonarán el servicio. Los reservistas que perdonen sus vidas
encontrarán la manera de evitar servir en el reino de la locura de Gaza.
Quienes se ofrezcan como voluntarios para participar en la misión serán
combatientes llenos de sed de venganza. Los horrores serán inevitables, los
precios, inimaginables. Los rehenes probablemente no sobrevivirán. El alma de
este pueblo morirá lentamente.
Según la imagen que se repite una y
otra vez, en este duelo al Jefe de Estado Mayor Zamir le queda solo “una bala
en el cargador": la renuncia. Es una bala perdida. Zamir no parece alguien
a punto de renunciar, e incluso si lo hace, será reemplazado por otro Jefe de
Estado Mayor que se presentará a la misión. Si el General Zamir renuncia, el
país se conmocionará durante un día y medio y seremos testigos de un nuevo altercado,
como la próxima declaración escandalosa de Orit Struck (miembro del gabinete) o
Alon Olarchik (músico).
El Jefe de Estado Mayor es un peón
que puede ser reemplazado. No es casualidad que los miembros del gobierno
repitan una y otra vez el mantra de que "el pueblo es el soberano".
Su objetivo es eliminar la función de los frenos y equilibrios burocráticos, ya
sean asesores legales, economistas del Ministerio de Finanzas, expertos médicos
del Ministerio de Salud, miembros del Foro del Estado Mayor o el jefe de los
Servicios de Seguridad. «El pueblo es soberano» es la idea en nombre de la cual
los políticos se permiten ignorar cualquier factor profesional y cualquier
consideración que no esté contaminada por el populismo.
Bajo este gobierno, la institución
del Estado Mayor ha perdido su aureola, y el Jefe del Estado Mayor es solo un
funcionario más al que se puede maltratar. Esto no proviene de una percepción
civil de los miembros del gabinete ni de una duda sana sobre la santidad de las
Fuerzas de Defensa de Israel. Proviene del populismo y de la borrachera de la
fuerza. El Jefe del Estado Mayor es visto como un factor que evita que el caos
se desate en el reino. La conciencia de los miembros del gabinete se rige por
las elecciones primarias en sus partidos y sus posibilidades de reelección. El
Jefe del Estado Mayor tiene otras consideraciones.
Cuando lo nombraron, Eyal Zamir
sabía en qué trampa se estaba metiendo. Sabía que participaría en las reuniones
de gabinete con Bezalel Smotrich, Itamar Ben-Gvir y Miri Regev (cuando esté en
Israel). Sabía del "Ministro de Defensa Yisrael Katz". Sabía que las
decisiones las tomarían Benjamín, Sara (la esposa de Benjamín) y Yair Netanyahu
(el hijo de Benjamín y Sara). Lo sabía, y aun así aceptó el puesto. Es difícil
renunciar al puesto de Jefe de Estado Mayor. Debió de haberse dicho a sí mismo
que todo estaría bien. Pronto descubriremos cuáles son sus límites y cuántos
golpes está dispuesto a absorber antes de renunciar y devolver el uniforme y dejar
el país en manos de los "representantes del pueblo soberano".
Traducción: Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 7-8-2025
https://ojalameequivoque.blogspot.com/
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
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