EL SERVILISMO DEL LIDERAZGO DE USA HACIA ISRAEL VICIA EL ORDEN DIPLOMÁTICO Y JURÍDICO DEL MUNDO
En un importante artículo, Reed Brody,
abogado estadounidense especializado en crímenes de guerra, se pregunta: ¿será Gaza el cementerio de la justicia internacional?
Tras un largo análisis afirma: “Mientras Israel pueda contar con el apoyo
incondicional de Estados Unidos, mientras los Estados democráticos sigan
invocando su “amistad” con Israel para eludir sus propias obligaciones, y
mientras no se implemente un embargo de armas y máxima presión económica,
difícilmente se verá disuadido de actuar al margen de la legalidad” (El País,
25-5-25).
Sin entrar en discusión si Gaza será
o no la tumba definitiva de la justicia universal, no hay duda que el diagnóstico
de Brody describe correctamente la diplomacia y el modus vivendi de países,
inclusive de reconocidas potencias mundiales, en sus relaciones con Israel. El
aporte importante de Brody requiere responder a ciertos interrogantes como complemento
indispensable: ¿dónde se origina esa conducta?, ¿cuál es el aliciente y qué
mecanismos entran en funcionamiento para que se arribe al callejón que
necesariamente conduce a la justicia universal a un cementerio?
Aquí mi respuesta.
El romance entre USA e Israel surgió
durante la década de los años 60 del siglo pasado, principalmente por
conjunción de intereses en contra de la injerencia soviética en países árabes de
Medio Oriente. El acuerdo de paz entre Egipto e Israel a principios de la
década del 80 y el desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991 borraron esos
intereses comunes. No obstante, en los años posteriores hasta los días de hoy, las
relaciones entre ambos estados se estrecharon aún más, aunque en base a un nuevo
entrelazado de intereses personales de políticos estadounidenses con intereses
estatales israelíes.
La acumulación de grandes fortunas
por parte de una capa significativa de la colectividad judía de USA abrió las
puertas para que se conviertan en una fuente de creciente importancia en
donaciones para financiar las cada vez más costosas campañas electorales de
políticos locales. En este sentido cobraron valiosa importancia renombrados
multimillonarios judíos, organizaciones judías con identificación política (Jewish
Democratic Council of America, Republican Jewish Coalition) y AIPAC, el
conocido y poderoso lobby judío de USA. Justamente es AIPAC que, sin el menor
desparpajo, difunde públicamente que dona dinero a gran parte de los candidatos
en elecciones de USA bajo la condición que se comprometan a obrar a favor, no
de intereses americanos, sino a intereses de Israel.
El repetido lema “compartimos valores
comunes” de los liderazgos de USA e Israel no son más que una pobre excusa.
Israel no ofrece a USA ningún aporte significativo, que no pueda ser obtenido
en el mercado, digno de ser considerado como valor estratégico.
El servilismo de USA no trata únicamente
del otorgar beneficios materiales directos a Israel, como lo son ayuda económica
por valores de miles de millones de dólares por año, abastecimiento de equipamiento militar sofisticado de última
generación, apoyo de información militar táctica, e inclusive participación directa
de la defensa de Israel con sistemas antiaéreos operados por soldados
americanos. Con el tiempo Israel se aprovechó de ese servilismo para crear un
escudo de defensa de intereses israelíes por medio de medidas de USA hacia
terceros países en el mundo por dos caminos posibles: por las buenas o por las
malas.
Un ejemplo del camino por las buenas
lo es Marruecos, quien normalizó las relaciones con Israel después que Trump, presionado
por Israel, rompiera con la tradición diplomática de su país y reconociera soberanía
de Marruecos sobre el Sahara Occidental.
Por el mismo camino, Sudán normalizó
sus relaciones con Israel después que USA, también a pedido de Israel, retirara
a Sudán de la lista de países que apoyan terrorismo y saldara un millonario déficit
de deudas de ese país con el exterior.
La misma política de presión para ayudar
a países resolver sus problemas en base a ayuda directa de USA permitió a Israel
acceder a relaciones especiales con ciertos países de América Latina, como Paraguay,
Honduras y Guatemala después que estos se comprometieran a trasladar sus
embajadas a Jerusalén y así romper con resoluciones de la Asamblea General de
ONU.
Pero también USA, presionado por
Israel, recurre a un accionar activo por el camino del mal. Así es que no dudó en
amenazar a Sud África en lanzar sobre ellos sanciones en caso que insistan en
mantener la acusación a Israel por intentar cometer un genocidio en Gaza en el marco
de la Corte Internacional de Justicia.
La mayoría de los países europeos están
convencidos que se le terminó la paciencia frente a la agresividad israelí y llegó
la hora de tomar medidas. Sin embargo, el temor de represalias económicas por
parte de Tremp los disuade.
Por último, pocas semanas atrás Trump
cumplió su amenaza anterior y lanzo, al mejor estilo mafioso, sanciones sobre
el Fiscal General de la Corte Penal Internacional para promover la cancelación de
las órdenes de detención contra Netanyahu y el ex ministro de seguridad Galant.
Todas las condiciones que enumera Reed
Brody para evitar que la justicia internacional encuentre su futuro en un
cementerio dentro de un ataúd, solo serán posible si en el devenir futuro del
entrelazado de intereses entre USA e Israel, tal como fue descripto, arribe a
su punto final. De lo contrario, debemos estar dispuestos a participar en ese
sepelio sin honores de la justicia internacional.
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 28-5-2025
https://ojalameequivoque.blogspot.com/
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
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