YGAL BEN NUN: "PODERÍO MILITAR NO ES GARANTÍA DE SEGURIDAD"
Aclaración del traductor: Para borrarle la fantasía a los
israelíes y judios que los conflictos se resuelven principalmente por la
fuerza.
En la visión del mundo del presidente estadounidense Trump se incluyen
dos innovaciones, independientemente del grado de su implementación. Se opone
en principio al uso de la fuerza militar y aboga por soluciones no
convencionales y de gran alcance al conflicto en nuestra región. Éstas son dos
direcciones positivas que, en mi opinión, Israel debería tener en cuenta.
Es importante recordar que desde la década de 1950, todas las guerras
iniciadas por Estados Unidos han terminado en fracaso y con la muerte de
millones de civiles. Cinco guerras sangrientas que demostraron públicamente la
debilidad de una gran potencia mundial: la guerra de Corea (1950-1953), la
guerra de Vietnam (1975-1964), la primera guerra del Golfo (enero de 1991), la
guerra de Afganistán (2001-2014) y la segunda guerra de Irak (2003-2011).
Ninguna de estas guerras contribuyó al poder de Estados Unidos, pero dañaron
gravemente a millones de civiles.
Siguiendo al profesor Yuval Noah Harari y siguiendo el libro del doctor
Haim Assa y del profesor Yosef Agassi, muchos ya han notado una tendencia según
la cual las guerras convencionales están sufriendo mutaciones de gran alcance
que cambian su esencia. Los ganadores de las guerras futuras no serán aquellos
que maten más soldados ni aquellos que se apoderen de más territorio. Estados
Unidos y Europa aparentemente han aprendido la lección. Los conflictos entre
países se decidirán, en primer lugar y sobre todo, por medios no militares.
Triunfarán países ricos en conocimiento, con infraestructuras científicas
avanzadas, sociedades desarrolladas económica y culturalmente y, junto a todo
ello, convicción ideológica y moral en la rectitud de su camino. Éste es el
modelo de la Guerra Fría en la que Estados Unidos derrotó a la Unión Soviética sin
disparar un solo tiro. Ésta es la naturaleza de la guerra que tiene lugar hoy
entre Estados Unidos y China y entre esta última y Europa.
Hamás, como organización terrorista sin ejército ni Estado, ganó en
cuatro niveles en un corto período de tiempo: llevó a cabo un ataque asesino el
7 de octubre, arrastró a las Fuerzas de Defensa de Israel a Gaza a una guerra
para la que no estaban preparados, impidió su eliminación por uno de los
mejores ejércitos del mundo y llevó a Israel ante la Corte Penal Internacional
de La Haya por temor a cometer genocidio. Lo más importante es que Hamás logró
colocar la cuestión palestina en la agenda global y hacer que los israelíes
fueran inaceptables a ojos de sectores importantes de la intelectualidad
mundial.
Antes de la masacre del 7 de octubre, ningún país árabe amenazaba a
Israel y la mayoría buscaba su proximidad. La mayoría de los países del mundo
no temen menos que Israel a los actos terroristas y a las milicias
independientes que podrían arrastrarlos a conflictos globales. En muchos
sentidos, la situación política de Israel era ideal. Israel tenía uno de los
ejércitos más célebres del mundo y organismos tan renombrados como el Mossad y
el Shin Bet. Tras el devastador fracaso, quedó claro que el ejército no era el
organismo adecuado para impedir que las milicias asesinas dañen a la población
y que no era el medio adecuado para proteger a los civiles. ¿Qué causó entonces
el colapso de estas ventajas cuando Israel las necesitaba?
Las medidas de seguridad de nuestro sistema fallaron. La fuerza del
ejército de Israel no nos transmitieron la sensación de seguridad. Tenemos un
ejército fuerte, lo utilizaremos, sea necesario o no. Vallas electrificadas y
decenas de kilómetros de muros que costaron miles de millones nos convencieron
de que podíamos superar cualquier escenario. La Fuerza Aérea no estaba
preparada para un escenario de invasión masiva de asesinos. Las agencias de
inteligencia colapsaron debido a la abrumadora cantidad de información que se
les impuso. Resultó que la "big data" no es garantía de un
conocimiento efectivo.
¿Fue la entrada inmediata a Gaza la forma correcta de someter a Hamás?
¿Había un plan preparado de antemano para localizar los túneles y destruirlos?
La razón en esta situación no funciona: tenemos un ejército, lo activaremos
inmediatamente incluso si no está listo. El ejército nos da la ilusión de
seguridad. Una sensación de que no hay otra solución. Así actuaron los
estadounidenses tras el ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono en Nueva
York cuando atacaron Afganistán. De hecho, Hamás nos arrastró a la guerra que
quería.
Las Fuerzas de Defensa de Israel sufren por su prestigio. Las victorias
impresionantes son nuestros problemas. La ilusión de seguridad nos libera de
pensar. Un ejército por definición no es un cuerpo pensante. Una estructura
prestigiosa, rica y poderosa no puede cambiar por sí sola. Aunque quienes fijan
las estrategias son organismos civiles, el poder de las fuerzas de defensa de
Israel es tan grande que sus generales son los que deciden sobre las cuestiones
que se confían al elemento civil. Su profesionalismo libera en gran medida al
factor político de pensar en soluciones no militares. Mientras esta realidad
funcionó con éxito, no había razón para cuestionarla. Hoy la situación ha cambiado.
El poder militar ha socavado nuestra capacidad de buscar soluciones más
apropiadas para nuestra seguridad. Todavía no está claro cómo se apagó la luz
en las mentes de los responsables de la seguridad israelí.
Sería mejor que los dirigentes del país reexaminaran la cuestión de la
seguridad por separado del factor militar. Parece simple pero ahí está la
dificultad. No es fácil hacer cambios cuando nuestras mentes están cargadas de
suposiciones fundamentales que nos impiden desviarnos de la norma aceptada.
Ningún organismo poderoso como las Fuerzas de Defensa de Israel tendría prisa
en desintegrarse de su poder. Debemos examinar si el poder de las herramientas
a disposición del ejército no suprimió el componente pensante. Es difícil
imaginar un Jefe de Estado Mayor que aceptara transferir áreas importantes del
ejército a elementos civiles más profesionales. Una guerra contra el terrorismo
y las milicias no requiere necesariamente el uso de uniformes, filas expuestas,
la concentración de información sensible en campamentos militares, muros y
alambradas electrificadas con un cartel encima que diga "No tomar
fotografías - Instalación militar". Los ejemplos son numerosos. ¿La
lección de nuestro fracaso se traducirá en aumentar el armamento del ejército o
en buscar soluciones no convencionales? Las milicias de Hamás no tenían fuerza
aérea, ni tanques, ni medios tecnológicos sofisticados, por lo que recurrieron
al pensamiento y a la elaboración de estrategias. Así lograron su objetivo con
sorprendente facilidad frente a un formidable ejército.
La conclusión obvia es que un ejército no es una garantía segura para la
defensa de un país. Vale la pena pensar en una especie de guerra fría que
también tenga en cuenta la fuerza moral, social y científica, así como la motivación
ideológica. La seguridad de Israel depende ahora de la relación que podamos
mantener con los palestinos y del cese de la dependencia exclusiva del poder
militar. ¿Qué nos impide tomar este camino? Por extraño que parezca, el
obstáculo es la ilusión de nuestro poder. Intuitivamente, la mente humana está
acostumbrada a pensar que la seguridad depende exclusivamente de matar soldados
y conquistar territorio.
En muchos ámbitos, la sociedad israelí es una de las más dinámicas y
avanzadas del mundo. Sin embargo, fracasó en el área más esencial para su
existencia. Durante mucho tiempo nos resignamos al decreto de que siempre
viviríamos de nuestra fuerza militar. A falta de una solución, se permitirá al
ejército hacer su trabajo y nos protegerá. Incluso hemos asumido la pérdida de
vidas humanas, soldados y civiles, que sacrificamos en cada guerra. Esta
conclusión es perjudicial. Uno no debe sucumbir a los dictados del destino. La
solución que más nos debería preocupar es invertir en una convivencia armoniosa
con nuestros vecinos. No evitaremos esta conclusión simplemente culpando al
otro. También somos cómplices del daño causado.
Durante mucho tiempo, el mundo iluminado todavía nos trató con perdón.
No es lo mejor para nosotros. Intuitivamente actuamos según el lema:
"Quien pretende matarte, anticipate y mátalo". En muchos casos, por
miedo, nos hemos apresurado a matar, abusar y humillar incluso a personas
inocentes que no nos ponían en peligro. Si actuáramos con sabiduría, podríamos
convertir a muchos de los habitantes de esta tierra en patriotas israelíes. Lo
hicimos con éxito con algunos de ellos. Hoy debemos dejar de lado mentalmente
las soluciones militares y pensar de forma optimista en fomentar relaciones
positivas con los residentes de la región. Al final, la solución sólo se
encontrará en el ámbito humanitario.
Fuente. Times of Israel, 20-4-25
Traducción:
Daniel Kupervaser
Herzlya –
Israel 18-4-2025
https://ojalameequivoque.blogspot.com/
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
El diagnóstico es agudo, provechoso y muy reflexivo y amplio. Pero quizás la solución no sea realista, depende en exceso de la buena voluntad y la fe en una lucidez “natural”. Ojalá me equivoque como dice el amigo.
ResponderBorrarExcelente description 100 % coincido. Lastimosamente la gran mayoria sigue insistiendo en soluciones militares como era costumbre en el pasado lejano
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