NETANYAHU REINA, PERO NO GOBIERNA. LA SUPREMACÍA JUDIA TIENE EL PODER

Cuando el 29 de diciembre de 2022 juró el nuevo gobierno israelí liderado por Netanyahu, periodistas se acercaron al veterano primer ministro y le trasmitieron una significativa preocupación reinante en gran parte de la sociedad israelí por el hecho de haber formado una coalición gubernamental con la participación de sectores extremistas de la política israelí. Con su típica prepotencia respondió que no hay lugar a preocupación pues él intervendrá en la toma de decisiones y garantizará el orden democrático de Israel.

La realidad golpeó rápidamente en la cara de la sociedad israelí. La histórica democracia israelí basada en un sistema parlamentario sufrió un vuelco dramático para convertirse en un sistema parlamentario andrógino que se autodefine como democrático legítimo, aunque manifiesta y expone caracteres despóticos arrasando con los componentes básicos de un orden democrático reconocido.

En su primera reunión de gabinete Netanyahu expuso los 4 principales objetivos del nuevo gobierno: frenar a Irán, imponer sensación de seguridad y gobernabilidad a la sociedad israelí, combatir la suba de precios en la canasta familiar y ampliar el círculo de acuerdos de paz (Oficina del primer ministro, 29-12-22). El gobierno nunca expuso ni dio a entender la existencia de una estrategia integrada para lograr estos objetivos, y lo que es peor, en los casi 2 años en funciones, hoy se puede afirmar que en todos y cada uno de sus objetivos Israel fracasó y retrocedió drásticamente.

Este fracaso no es casual, y más bien el resultado del mecanismo interno de esa coalición andrógina, por el cual, aun con clara mayoría parlamentaria, sus distintos componentes no actúan como partes integrales de un organismo coordinado internamente, sobre todo bajo la estricta batuta de un primer ministro. La coalición carece de un proyecto nacional armónico definido ideológicamente, sino que se trata de un acuerdo circunstancial por el cual cada partido, frente a Netanyahu, saca su tajada sectorial sin ninguna vinculación con intereses nacionales, mayormente en clara contradicción, arrastrando a Israel a una tragedia histórica.


NETANYAHU SIRVIENTE DE LA SUPREMACÍA JUDÍA 

El interés personal de Netanyahu de reformar el orden institucional que le permita escabullirse de la complicada situación en su juicio por corrupción, le obligó a formar una coalición donde debe arrodillarse ante presiones de los grupos extremistas reconocidos por un significativo predominio de visiones allegadas a la supremacía judía.  

Repentinamente ideas y personajes funestos dentro del judaísmo pasaron a ser proyectos prioritarios y personalidades de primera fila, todo sea por mantener a Netanyahu en el poder y facilitar una reforma institucional que lo libere del peligro de la cárcel, aunque sea a costo de promover valores que degeneran al Estado Judío como ente democrático y lo convierten en un paria en el mundo moderno.

Así fue como sujetos aciagos como Ben Gvir, delincuente convicto por apoyar organización terrorista, Bezalel Smotrich, detenido e interrogado por sospecha de terrorismo por los servicios de seguridad y Arie Dery, delincuente convicto por corrupción y con otra causa abierta por informes falsos, todos fieles representantes de distintos ángulos de la supremacía judía, no solo pasaron a tener funciones claves en el gobierno y el gabinete de seguridad, sino que extorsionan a Netanyahu en la toma de decisiones en favor de sus intereses sectoriales.

Las graves consecuencias fueron inmediatas. La policía se convirtió en una falange política, la criminalidad interior se nutre de ríos de sangre, la economía a cargo de Smotrich en bancarrota con retracción de la actividad económica y sucesivas reducciones de calificación crediticia internacional del país. Presionado por Arie Dery, en contradicción con claros intereses nacionales, Netanyahu trata de formalizar y legalizar a cuenta del estado la holgazanería y parasitismo del público judío religioso ultra ortodoxo de Israel (el 15% del total de la población).

Como Netanyahu no tiene alternativa, en la práctica se convirtió en un títere, mientras que la supremacía judía tiene el sartén por el mango en los aspectos importantes. El mejor ejemplo es la tragedia humana que sufre la sociedad israelí como consecuencia del desastroso manejo de las negociaciones de liberación de rehenes en manos de Hamas donde cada dia lo único que crece es el número de rehenes fallecidos ante la montaña de condiciones que impone Netanyahu por presión de Ben Gvir y Smotrich. La crisis de seguridad que sufre el país demanda ampliar las bases de alistamiento al ejército, pero los religiosos ultra ortodoxos se niegan y solo quieren presupuestos para su subsistencia, quehacer religioso, todo sin trabajar.

El judaísmo acentúa con mucha claridad uno de sus valores básicos: el ineludible compromiso de redimir cautivos. El poder de la supremacía judía en manos de Ben Gvir y Smotrich hoy obligan a Netanyahu a degenerar el judaísmo pisoteando uno de sus valores básicos cuando condiciona y/o se niega a firmar un acuerdo de liberación de rehenes. Los 6 cadáveres de rehenes recuperados hoy y fallecidos en Gaza, son la evidencia de esa degeneración.

Daniel Kupervaser

Herzlya – Israel 20-8-2024

https://ojalameequivoque.blogspot.com/

kupervaser.daniel@gmail.com

@Kupervaser

INFORMACIÓN DE MOMENTOS POSTERIORES A LA DIFUSIÓN DE ESTE ARTÍCULO

El vocero del ejército informó que la muerte de los 6 rehenes recuperados hoy probablemente fue el resultado de bombardeos israelíes

Comentarios

Entradas más populares de este blog