VIVIR EN UN
CHARCO DE SANGRE, ATIZANDO SU AVERSIÓN EN EL MUNDO
Durante los
últimos 5 años la sociedad israelí se vio en la necesidad de recurrir a
elecciones generales para formar gobierno una vez al año. Esta extrema
inestabilidad política no es casual. Se trata de una sociedad sumamente fragmentada
y polarizada sobre bases étnicas, religiosas y políticas en un sistema de
gobierno parlamentario con muy baja probabilidad de llegar acuerdos de vivencia
consensuada. En esta arena se enfrentan las visiones de religiosos ultra
ortodoxos sefaradíes, religiosos ultra ortodoxos askenazis, religiosos
nacionales, ultra nacionalistas, laicos de derecha, de centro e izquierda, y
para completarla, una importante población de ciudadanos árabes israelíes
representados por dos agrupaciones partidarias enfrentadas entre sí.
Sin embargo, hay
un tema central dentro de la política israelí que deja de lado esas
discrepancias básicas y unifica a la gran mayoría del componente judío de la
sociedad: el conflicto con los palestinos. Dos acontecimientos de la última
semana nos acentuaron claramente este fenómeno.
Una declaración del
parlamento israelí en la que expresan su terminante oposición a la creación de
un Estado Palestino independiente recibió el apoyo de una amplia mayoría,
incluyendo una parte importante de la oposición (Times of Israel, 18-7-24). El
segundo suceso surgió como consecuencia de la dramática opinión vertida el
último viernes por la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ) afirmando
la ilegalidad de la prolongada ocupación y dominio israelí de los territorios
de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental, especialmente la campaña de
colonización judía en ese territorio y la imposición de un orden con caracteres
propios de Apartheid. Fuera de las listas arabes y del laborismo (que
conjuntamente representan solo el 11% de los miembros del parlamento), el resto
de las facciones políticas (89%) expresaron incuestionablemente su oposición y
repudio por la opinión de la CIJ (Haaretz, 19-7-24).
Se debe tener en
cuenta que el posicionamiento en contra de la creación de un estado palestino
independiente per se, o rehusar reconocer que Israel es una potencia ocupante
que lleva a cabo delitos en contra de convenciones internacionales, no se trata
de una declaración abstracta. Indefectiblemente, esta toma de posición en el
conflicto palestino-israelí tiene sus consecuencias prácticas que contrastan
totalmente frente a una realidad local e internacional que marcha en dirección
totalmente opuesta. No se habla de la inexistencia de otros obstáculos (ejemplo:
garantizar seguridad a Israel), pero si Israel continúa aferrándose a esa
postura, ni se llegará a tocar estos obstáculos y la eternización del conflicto
está garantizada.
¿Cuál es esta
realidad?
1. 1. En el territorio bajo dominio israelí de facto, del
Mediterráneo al Rio Jordán, conviven 7,5 millones judíos junto a 7,5 millones
de palestinos. Entre estos últimos, 2 millones son ciudadanos de Israel, aunque
parcialmente discriminados, mientras los 5,5 millones restantes están bajo
dominio militar israelí, parte de ellos bajo administración civil palestina.
Los palestinos no tienen la intención de moverse del lugar ni se los puede
deportar.
2. 2. Todo el mundo, incluyendo todos los estados miembros
de la Liga Árabe, fuera de Iran, Hesbollah y Hamas, reconoce el Estado de
Israel en sincronía con la opinión de CIJ, solo dentro de los limites del 4 de
junio de 1967. Todos esos estados reconocen el derecho de Israel de establecer mecanismos
que garanticen su seguridad.
3. 3. Hoy en día, 150 estados (de los 192 pertenecientes a
ONU) reconocen al Estado Palestino en el territorio de Cisjordania, Gaza y Jerusalén
Oriental, mientras que la gran mayoría de los 42 restantes manifiesta su
identificación con la solución del conflicto por medio de la creación de un
Estado Palestino. Hasta el “plan de paz del siglo” de Trump fijaba como
objetivo la creación de un estado palestino independiente en Cisjordania y Gaza
con su capital dentro de la zona de Jerusalén Oriental.
4. 4. Los últimos 57 años transcurridos en el territorio del
Mediterráneo al Rio Jordán bajo el total dominio de facto de Israel se han
caracterizado por la intensificación del conflicto palestino-israelí con el
resultado de un constante derramamiento de sangre de intensidad creciente día a
día. La superioridad militar israelí demostró que la fuerza no es ninguna
garantía a la solución del conflicto.
En respuesta a
la resolución de CIJ, Netanyahu declaró que “el pueblo judío no es conquistador
en su propia tierra, ni en nuestra capital eterna, Jerusalén, ni en la tierra
de nuestros antepasados en Judea y Samaria”, y que “la legalidad de las colonias
israelíes en todos los
territorios de nuestra patria no puede ser cuestionada” (Haaretz, 19-7-24). En
el mismo tono se refirieron representantes de toda la coalición y la mayoría de
la oposición, representando así al 96% del electorado judío de Israel.
Con este
posicionamiento, la gran mayoría del componente judío de Israel manifiesta su intención
de enmarcar su futuro, no esforzándose en solucionar el conflicto, sino revolcándose
en un eterno charco de sangre judía y palestina. Pero la continuidad de esta tragedia
no es solo un autocastigo a los judíos israelíes. También sufrirán las
consecuencias los judíos de la diáspora. Así como el mundo comprendió a los judíos
en el uso del terrorismo en su epopeya por su liberación nacional antes de 1948,
en estos tiempos, aun criticando casos de extrema criminalidad, amplios
sectores en el mundo manifiestan su comprensión que el pueblo palestino deba
recurrir también al terrorismo en la lucha por su liberación nacional, que,
como se ve, goza de creciente apoyo. En estas condiciones queda claro que la
intransigencia del Estado Judío, como se hace llamar, atiza la aversión de
Israel y los judíos en el mundo con las manifestaciones prácticas que las
colectividades judías de las diásporas muy preocupadas las viven en estos días.
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 24-7-2024
https://ojalameequivoque.blogspot.com/
kupervaser.daniel@gmail.com
@Kupervaser
Comentarios
Publicar un comentario