YAGIL LEVY: "CUANDO
EL ESTADO Y EL EJÉRCITO DEJAN UNA UNIDAD EN MANOS DE LA RELIGIÓN
Lágrimas de cocodrilo brotan de los ojos de los responsables de la anarquía en la conducta de los soldados del batallón "Netzah Yehuda" por la intención del gobierno estadounidense de imponerle sanciones. El Estado creó de antemano un marco institucional único, que condenó a los soldados del batallón a un patrón especialmente violento y, en última instancia, también a sanciones.
Primero creó un regimiento religiosamente homogéneo. La homogeneidad social fomenta una cultura de unidad, que distingue a la unidad de la cultura militar general e incluso lucha contra ella. Por tanto, la "recomendación sociológica" es crear diversidad social. Esta recomendación tiene una importancia diferente en los casos en que la homogeneidad se basa en la religiosidad. Desde el principio, los soldados vienen con una visión del mundo que tiende a odiar a los árabes y a la venganza - parte de la "canasta de valores" religiosa con la que vienen los combatientes al batallón, como dijo uno de sus veteranos en un conocido programa televisado.
Caricatura de Eran Volkovsky: Soldado de la unidad Netzah Yehuda maltrata a anciano palestino. El 12 de enero de 2022 un anciano palestino inocente falleció como consecuencia de este acoso típico de la unidad. Por casualidad el anciano tenía también pasaporte de USA. El resto lo vemos hoy
Para preservar estos valores, el batallón está acompañado por rabinos civiles, una excepción en sí misma. Y si eso no fuera suficiente, el batallón se construyó sobre la marginalidad social de sus soldados, provenientes de familias en dificultades y desertores de las Yeshivá ultraortodoxas, que enfrentan un complejo de inferioridad en sus comunidades y la alienación de sus familias. Bajo esas condiciones, nada más natural que muestren excesivo afán por exponer su valentia en combates; es decir, perjudicar a palestinos.
La marginación social puede incluso crear un sentimiento de alienación hacia las normas dominantes. En palabras del comandante de un puesto de control que el batallón tenía en Cisjordania que pidió mantener alejadas a mujeres de "Checkpoint Watch": "Los soldados provienen de un entorno difícil, cuando son observados por mujeres, los debilita aún más". Además, el batallón se despliega periódicamente en misiones policiales en Cisjordania y recientemente fue trasladado, bajo presión estadounidense, a la región de los Altos del Golán.
La combinación de homogeneidad, religiosidad y sentimiento de marginalidad con una demarcación fija, intensificó la tendencia a la violencia. Una tendencia que se habría materializado incluso si los soldados provinieran de un origen social diferente pero estuvieran desplegados en una formación fija. Desde la formación de una subcultura única en el batallón, basada en el uso de violencia demostrable, el batallón comenzó a desarrollar una reputación como tal. Fue así como empezó a atraer a los partidarios de "La Familia" (conocido grupo racista extremista de Israel), los kahnistas y los "los jovenes de las colinas" (grupos de judios de choque con palestinos en Cisjordania), quienes en otras unidades "se habrían sentido que tenían las manos atadas", según uno de los ex miembros de la unidad.
El ejército vio el comportamiento violento en serie del batallón, pero ignoró las voces que pedían su disolución y la asimilación de sus componentes en otros marcos. Se dejó llevar por las pasiones destructivas del batallón e incluso lo convirtió en el "buque insignia" para el reclutamiento de ultraortodoxos, fomentando así el cultivo de estas pasiones. En realidad, se trata de un método mediante el cual se crean fuerzas militares destinadas a realizar "tareas sucias", que no todos los reclutas querrán hacer.
Ahora Estados Unidos está poniendo una señal de "alto", lo que significa ponerse en el lugar de las instituciones estatales bajo la supervisión de una unidad militar. Pero el gobierno no exige responsabilidad a los jefes del ejército, que son los culpables de esto, sino a los soldados. Un soldado que explicó que se vio obligado a llegar a un acuerdo con la fiscalía militar porque no puede pedir dinero a sus padres para protección legal, ahora se verá obligado a afrontar las consecuencias de las sanciones internacionales, si estas también tienen un toque personal. Es nada menos que un descuido sistemático de los más desfavorecidos de la sociedad.
Yagil Levy es profesor en la Universidad Abierta de Israel e investiga las relaciones ejército-sociedad israelí.
Fuente: Diario Haaretz, 25-4-24
Traducción: Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 25-4-2024
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kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
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