ISRAEL-IRÁN: EL EQUILIBRIO DEL ESPANTO NO PERMITE MÁS QUE GUERRA TIBIA

Desde su creación como estado independiente en 1948, Israel profundizó una fuerte alianza con Irán liderado por el Sha, inclusive apoyando sus programas de desarrollo nuclear “con objetivos pacíficos”. Todo esto se derrumbó en 1979 con el surgimiento de la Revolución Islámica Iraní en 1979.

Con el fin de la guerra Irán-Irak en 1988, el nuevo liderazgo iraní se proyectó al mundo con dos objetivos que se convirtieron en un grave desafío estratégico para Israel. Por un lado, proclamaron que “Israel debe ser borrado del mapa” (El País, 27-10-2005). Por el otro, confirmaban un continuo progreso en un ambicioso e independiente proyecto de desarrollo de infraestructura de enriquecimiento de uranio argumentando que Irán tiene necesidades energéticas suficientes para continuar con el desarrollo de su energía atómica y que el mismo es exclusivamente civil y no militar.


LA BOMBA ATÓMICA IRANÍ

Israel no se durmió sin replicar. Netanyahu amenazó drásticamente "Prometo que Irán no tendrá nunca un arma nuclear" (El Mundo, 21-11-2013).

Durante el periodo 2015-2018, la puesta en marcha y cumplimento iraní de las cláusulas que limitaban el enriquecimiento de uranio según el acuerdo JCPOA entre las potencias e Irán, permitieron la vigencia de una tranquilidad relativa. Este idílico y corto período fue interrumpido por la repentina decisión de Trump, azuzado por Netanyahu, de retirarse de JCPOA, lanzando a la par severas sanciones económicas contra Irán. La réplica de Irán no demoró y al poco tiempo anunció que retomaba su original plan de enriquecimiento de uranio. Los resultados no se hicieron esperar. Según informes de la Comisión Internacional de Energía Atómica (OIEA) a estas fechas Irán tiene acumulado una cantidad de uranio enriquecido al 60%, que, si se la elevan en pocas semanas a un poco más del 90%, sería suficiente para armar en término de año a año y medio 3 bombas atómicas.

El motivo principal del proyecto nuclear iraní es convencer al mundo que la bomba está al alcance de su mano a la vuelta de la esquina como póliza de seguro de su régimen y como medio estratégico que le permita influencia en la región. Para ello no se requiere alardear, ensayo de campo ni instalarla en un misil, solo mostrar que son capaces y proteger al máximo sus instalaciones soterrándolas.  

Irán está convencido de su inferioridad militar frente a Israel, pero tiene muy claro que, llegado el momento de disponer una bomba atómica, no podría lanzarla sobre Israel. Seria un auto suicidio.

Israel, con su reconocida superioridad bélica, inclusive según fuentes extranjeras, con un arsenal de 200 bombas atómicas, paradójicamente frente a Irán se encuentra en una encrucijada. La significativa distancia entre los dos países, junto a las medidas de prevención y protección de los iraníes, dificultan seriamente la concreción de su plan de impedir el armado de bombas atómicas por parte de Irán. Más aún, dado la independencia iraní en su desarrollo nuclear, su soterramiento y dispersión territorial de instalaciones, un intento de destrucción de su infraestructura daría un empuje final al país persa para dirigirse al armado inmediato de bombas atómicas, paso que hoy está detenido.    

Bajo esta esta realidad, por el momento muy difícil de modificar, Israel e Irán se enfrentan a una disuasión mutua basada en un equilibrio del espanto que solo permite una guerra tibia, un intercambio de golpes y no más. Los incidentes entre Israel e Irán, de los cuales el mundo fue testigo el último mes, justamente son el ejemplo de esta realidad. Ambas partes atacaron y fueron atacados, siempre dentro de limitaciones muy claras que impiden caer en una conflagración fuera de control.

Daniel Kupervaser

Herzlya – Israel 20-4-2024

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kupervaser.daniel@gmail.com

@KupervaserD

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