LO PEOR ESTÁ POR
VENIR
Avergonzado de
ver hoy a Israel sentado en el banquillo de los acusados por el delito de intento
de genocidio en la Corte Internacional de Justicia, y atento al aluvión de
manifestaciones multitudinarias en el mundo alentando la aversión a Israel y judíos,
solo me resta rememorar lo que vaticiné una década atrás: “Lo peor está por
venir” (20-9-2014).
LO PEOR ESTÁ POR
VENIR
Ante la
creciente ola de manifestaciones antiisraelíes y antijudías como consecuencia
del operativo Margen Protector, Jack Terpins, presidente del Congreso Judío
Latinoamericano, afirmó que "la situación nunca ha sido tan mala para los
judíos de nuestra región" (Entrevista radiofónica en Radio Jai, 15-9-2014).
Efectivamente, este distinguido líder de la diáspora judía está en lo correcto.
Lo que Terpins y el resto de las direcciones comunitarias judías del mundo no
prestan atención es que, muy probablemente, lo peor está por venir.
No debe haber una manera más acertada para caracterizar el comportamiento de Israel y el liderazgo judío de la diáspora más que traer a la memoria las palabras Haim Ramon, ex parlamentario y ministro de Israel. Como paráfrasis de su famoso discurso se puede afirmar que el Estado Judío se abalanza una y otra vez sobre Cisjordania como queriendo suicidarse, al igual que una ballena arremete sobre la playa después que perdió el sentido de la orientación (Convención del Partido Avoda, 30-1-1994).
La prudencia del
gobierno israelí de 1967 lo condujo a declarar que mantendría el dominio de los
territorios conquistados en la Guerra de los 6 días como una carta a ser jugada
en un futuro acuerdo de paz. De nada le valió. Partidarios de la Gran Israel guiados
por lideres y rabinos con visiones mesiánicas tiró por la borda los argumentos
de seguridad del gobierno para terminar arrastrándolo a una insaciable
expansión territorial erigiendo un enjambre de asentamientos y avasallando
población nativa para beneficiar colonos judíos.
Sin ninguna
diferencia partidaria, el problema palestino se convirtió en una espina en la
garganta del pueblo judío: no la puede tragar ni escupir y cada día se hinca en
lo más profundo del proyecto sionista.
Netanyahu, que
exige que Israel sea reconocido como Estado Judío, pregona su predisposición a
la solución de dos estados para dos pueblos. Las políticas expansionistas del
gobierno, tal como lo atestigua la última apropiación de tierras en Gush
Etzion, demuestran que solo se trata de un disfraz para proyectar al mundo una
falsa imagen transigente y pacífica de Israel.
Todo intento
serio de erigir un Estado Palestino independiente seguramente será abortado por
los sectores allegados a la colonización judía, tanto por las buenas
(elecciones) o por las malas (asesinato de Rabin). Se terminaron las retiradas
obedientes y los palestinos pueden olvidarse de sus aspiraciones de
independencia. Todos los aportes de declaraciones, encuentros y gestos por la
paz no son más que pretextos y promoción personal de dirigentes impotentes en
la materia.
Abandonando la
vieja tradición judía de la polémica y controversia, líderes de prácticamente
todas las diásporas judías corren detrás del oficialismo israelí otorgando un
inexplicable apoyo incondicional y robótico. En ojos de amplios sectores
democráticos del mundo, aparte de aquellos tradicionalmente antiisraelíes y
antijudíos, esta actitud necesariamente convierte a todos los judíos del mundo
en cómplices y responsables de la opresión de un pueblo por otro.
La necesidad de
profundizar la sumisión y dominio por la fuerza de población civil palestina y
los periódicos enfrentamientos ante quienes se rebelan (pacífica o
agresivamente) crearán necesariamente una permanente escalada en los niveles de
violencia. Este conflicto, en ojos de muchos, entre Goliat (Israel) y David
(palestinos), se convierte en catalizador de la incorporación de nuevos
sectores en manifestaciones cada vez más acometedoras y provocadoras, ahora no
solo antiisraelíes, sino también antijudías.
Bajo estas
circunstancias nadie se debe sorprender de un creciente clamor popular tildando
a Israel, el sionismo y/o el judaísmo como responsables de discriminación,
opresión y colonialismo. El silencio o anuencia de los representantes del
judaísmo del mundo ante conductas claramente transgresoras de normas
democráticas e internacionales, criticadas (aunque no reprimidas como era de
suponer) por sus amigos más cercanos como EE.UU. y la Comunidad Europea,
termina por generalizar y legitimar esas manifestaciones tan incómodas para el
judaísmo.
En tanto líderes
de las comunidades judías del mundo no cambien su actitud, lo peor está por
venir.
Tal vez, valga
la pena que estas personalidades presten atención a Zeev Sternhell, profesor de
la Universidad Hebrea de Jerusalén y uno de las mayores autoridades mundiales
sobre fascismo. "El antisemitismo
no desapareció en 1945, pero es un hecho que hasta principios de la década del
70 no existía en el occidente una sociedad más apreciada que Israel. Las
criticas comenzaron cuando se dieron cuenta que Israel no tiene intenciones de
abandonar los territorios conquistados. En tanto se profundizaba la opresión y
se perfilaba un poder colonial, la oposición se convirtió en hostilidad. No nos
odian, odian el colonialismo" ("Odian el colonialismo, no a
nosotros", Zeev Sternhell, Haaretz, 19-9-2014).
Ojalá me
equivoque
Daniel
Kupervaser
Herzlya – Israel
20-9-2014
https://ojalameequivoque.blogspot.com/
kupervaser.daniel@gmail.com
@KupervaserD
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